viernes, 1 de junio de 2012

El lobo blanco. Saga Nocturna- (Cuentos cortos: crónica de un sueño.)

Era de noche, una de esas noches frías y cerradas, donde poco abrigan el calor de los sacos por más pesados y reconfortantes que parezcan para andar por la  calle.
Las luces que iluminaban las veredas, las teñían de su luz casi moribunda entre anaranjado y amarillo, poca gente a las diez de la noche y en invierno menos…
Yo estaba de camino a casa después de un día agotador de trabajo y acompañada solo por el vaivén de mi maletín y el ruido de mis tacos en el asfalto, por el cual me parecía que era más rápido caminar. Ya casi no pasaban autos, apenas unas motos y alguna que otra bicicleta envuelta casi como un espectral emblema del frío, como un jinete del apocalípsis envuelto en su manto negro, pero que en vez de un corcel, montando en dos ruedas.

Seguí caminando, me  faltaban pocas cuadras para llegar a mi casa, pero cada paso, parecía interminable, demasiado largo y demasiado frio, una noche desolada, en la que seguramente algunos de los  grandes maestros del terror, no  se hubiera perdido de cometer uno de sus más horrendos crímenes o asesinatos…
Camine, ya faltaba menos, diría una cuadra y media...Y de repente, el paisaje ya no me era conocido, un callejón, con sus callejas llenas de papeles amontonados, bolsas negras llenas de papeles y mas papeles que salían de estas, el viento que los levantaba y los hacia cobrar vida como si empezaran a salirles manos y embrujados por un hechizo, empezaban a danzar  tomados unos con otro junto con las hojas de los arboles secas que crujían  como la única melodía que le daba son a esa danza fantasmal. Pero eso no fue lo que llamo mi atención, sino algo que si me dejo paralizada en la mitad de esa calleja...

Eran unos sonidos extraños, como quejidos, aullidos y guturaciones a la vez,  y venia de más lejos, lo que me invito a seguir y ver que había más allá. Y así lo hice, y los sonidos como guturaciones con eco, se hacían cada vez más cercanos y envolventes, sin duda me estaba acercando a algo que no estaba muy lejos, pero yo, no podía verlo, la pregunta era, si ese algo, me podía ver a mí…
Y de golpe de entre el montón de papeles, hojas y barriles de madera desparramados y abandonados ahí salto!!! Era enorme!!! Un lobo blanco de casi dos metros de alzada, con sus amarillos ojos brillantes y sin pupilas, sus patas y su postura en señal de marcar su territorio, sus fauces, con los restos de haber estado alimentándose, seguramente de algo vivo, por la sangre que chorreaba de sus dientes que se salían de su hocico con cada frunce hacia atrás y sacudida de cabeza, sin dudas no era bienvenida...

Inmediatamente empezaron a aparecer otros como él, pero de porte menor y note que se ubicaban detrás, como su ejercito, notoriamente, él era el macho  alfa del grupo, me quedé inmóvil, solo traté de que mi sistema simpático no disparara mas adrenalina de la que fuera  necesaria, para no alterar mas sus excitados olfatos, me quede paralizada, estática, el enorme  lobo blanco se fue acercando de a poco con sus pasos dubitativos, sus fauces apretadas y babeando una rabia muda entre dientes, con la cola entre las patas, me empezó a oler el cráneo, incrustándome su nariz, podía sentir su aliento fuerte y pestilente, pero me convenía cerrar los ojos y aguantar, los otros lobos, también se fueron acercando y me rodearon, en lo que me dejaban divisar a través de  sus patas, podía ver que era un callejón sin salida aparente, con pocas puertas tapadas por maderas atravesadas y derruidas por el abandono, mientras ellos, me seguían oliendo, mi corazón trataba de no latir  más de lo que hubiese sido en una caminata normal, trataba de no mirarlos a los ojos, de pensar que solo estaban en mi mente y de que no había nada ni nadie allí.

Cerré los ojos por última vez, tome aire  en una inspiración profunda  y al cabo de unos minutos, una brisa fresca parecía haberse llevado ese olor a los hocicos pestilentes y jadeantes... Abrí los ojos y el paisaje había cambiado por completo, otra vez era conocido, miré el reloj y parecía haberse detenido entre las 22:00 y las 22:10. Aparecí sentada en una banca que quedaba a la entrada de la plaza que había que atravesar antes de llegar a casa, pero no había calles con papeles arremolinados, ni barriles de madera caídos, ni puertas tapiadas…Irónicamente, tampoco había lobos blancos….

El lobo blanco
Así  que  tome  mi  maletín, me levante  y  seguí el camino que conducía a casa, pero esta vez, solo dejando que las hojas  siguieran  danzando  su  fantasmagórico ritual nocturno al frío del invierno y a la luz de la luna y pensando que tal vez nuestros miedos, sean como esos lobos blancos que nos quitan el aliento, nos aceleran el pulso en la mitad de la noche, pero que solo estén ahí, dentro del laberinto de nuestra intrincada mente, esperando al asecho, cuando volveremos a transitar por esas calles de nuestra conciencia desatenta y enflaquecida por la debilidad del miedo, volviéndonos vulnerables...Y ahí estarán, los lobos blancos, para mirarnos, haciéndonos creer que en verdad existen y, de la fortaleza  de nuestra mente dependerá, cuántos lobos blancos encontremos en el camino  y cuántos, dejemos atrás…  

Bellas y Eternas Lunas
†Selene Luna Aeterna†
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